Hasta que los cielos exploten*

Nunca se sabe cuando puede aparecer algo que te haga feliz, no es algo que puedas planear; ya que hay que vivir para experimentarlo. A lo largo de la vida puedes ser feliz millones de veces, por mil motivos diferentes, gracias a cualquier persona del mundo, pero solo te acordarás de unas pocas a lo largo de la vida, solo te acordarás de aquellas que cambiaron tu vida para mejor, sin esperarlo. Hay veces que tu vida cambia desde el primer momento que conoces a una persona pero no nos damos cuenta hasta que pasa el tiempo y sentimos que esa persona no puede faltar en la vida. Mi vida dio un giro de 180º un día frío de invierno, un día normal a primera hora de la mañana, cuando estábamos todos en clase locos repasando en el último minuto para el examen de historia que teníamos, pero cuando vimos entrar al profesor, todos nos quedamos en silencio, quietos, observando a algo que nos extrañaba, el profesor venía acompañado de una chica, de una chica nueva. Cuando esa chica entro en clase, todas las miradas iban dirigidas a ella, nosotros no entendíamos nada, estábamos en la mitad del curso y teníamos una compañera nuevo. Al principio, era una compañera normal, hablaba con nosotros, nos contaba sus historias vividas en otros lugares de España, queríamos saber de ella, darle la oportunidad de conocerla, pero ella misma con el paso del tiempo ha ido cogiendo ese puesto en todos los corazones, porque después de un año, os puedo asegurar que si me la quitan, no soy nada. Es la que me alegra en mis momentos de bajón, es la persona que me hace ser feliz, la que me obliga a darle un patada a los problemas, porque a su lado no puede pasar nada malo, que con solo verla me saca una sonrisa y sino la tengo la echo de menos. Dicen que las apariencias engañan, y créeme, que yo me he confundido.